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Día 79 | Proverbios 6:30

Día 79 | Proverbios 6:30 “No se desprecia al ladrón si roba Para saciarse cuando tiene hambre.”

– La Biblia condena el hurto y lo considera un pecado. El octavo mandamiento, que se encuentra en Éxodo 20:15, dice: “No hurtarás”. Además, en otros pasajes de la Biblia, como en Deuteronomio 5:19 y Romanos 13:9, se menciona también la prohibición del hurto.
– La Biblia enseña que el hurto es un acto injusto y que viola el derecho de propiedad de otras personas. Además, el hurto también puede causar daño y sufrimiento a la víctima, y puede tener consecuencias negativas en la comunidad en general.
– En la Biblia también se habla de la importancia de restituir lo que se ha robado, así como de buscar el perdón y la reconciliación con la persona afectada. En Levítico 6:1-7, por ejemplo, se establecen las normas para restituir lo que se ha robado.
– En resumen, la Biblia condena el hurto como un acto injusto y pecaminoso, y enseña la importancia de respetar la propiedad de los demás y buscar la restitución y la reconciliación en caso de haber cometido este pecado.

El hurto en el Nuevo Testamento:

Romanos 13:8–10:

“Paguen a todos lo que deban: al que impuesto, impuesto; al que tributo, tributo; al que temor, temor; al que honor, honor.” No le debáis nada a nadie, a excepción del amor; porque el que ama a los demás ya ha cumplido la Ley. Los mandamientos —No adulteres, No mates, No robes, No codicies, y todos los demás— se resumen en éste: «Ama a tu prójimo como a ti mismo.» El amor no le hace mal al prójimo; así que el amor es el perfecto cumplimiento de la Ley.

– El pasaje 7 anterior trataba de lo que se podrían llamar las deudas sociales de las personas. El versículo 7 cita dos de esas deudas: lo que Pablo llama tributo, y lo que llama impuestos. Entiende por tributo el que tenían que pagar los ciudadanos de una nación sometida.
Las tres clases de contribuciones que imponía el Imperio Romano eran: (a) Una contribución sobre el suelo, que se pagaba o en dinero o en especie —una décima parte del grano, un quinto del vino y de los productos del campo—. (b) El impuesto sobre la renta, que era del uno por ciento de los ingresos. (c) El impuesto de capitación, que pagaban todos los comprendidos entre catorce y sesenta y cinco años. Por impuestos Pablo entendía los locales —de aduanas, importación y exportación; por el uso de ciertas carreteras y puentes; los de entrada en mercados y puertos; por tener derecho a poseer un animal o un carro—. Pablo insistía en que los cristianos deben pagar los tributos e impuestos al estado y a las autoridades locales, aunque sean gravosos.
– Y luego pasa a las deudas privadas. Dice: «No le debáis nada a nadie». Puede parecer que eso no hacía falta decirlo; pero había algunos que tergiversaban la petición del padrenuestro —«Perdónanos nuestras deudas como nosotros perdonamos a nuestros deudores»—como una razón para pedir que se le perdonaran las obligaciones económicas. Pablo tenía que recordarle a su gente que el Cristianismo no es una disculpa para dejar de cumplir las obligaciones que tenemos con nuestros semejantes, sino al contrario: es una razón para cumplirlas a rajatabla.
– Luego sigue hablando de la única deuda que el cristiano tiene que pagar todos los días y que, sin embargo, no acaba de saldar nunca: la deuda de amor que tiene con todos los hombres. Orígenes decía: «La deuda del amor sigue con nosotros permanentemente y nunca nos deja; es una deuda que devolvemos todos los días y que debemos siempre».
– Pablo mantiene que si una persona trata de cumplir esta deuda de amor honradamente, cumplirá automáticamente todos los mandamientos. No cometerá adulterio; porque, cuando dos personas se dejan llevar por sus pasiones, no lo hacen porque se quieren demasiado, sino porque se quieren demasiado poco; en el amor verdadero hay respeto y dominio propio que nos libra del pecado. No matará; porque el amor no trata de destruir, sino de edificar; es siempre amable, y tratará de destruir, no al enemigo, sino la enemistad, convirtiéndola en amistad. No robará; porque el amor tiene más interés en dar que en tomar. No codiciará; porque la codicia (epithimía) es un deseo incontrolado de cosas prohibidas, y el amor limpia el corazón desterrando de él el mal deseo.
– Hay un dicho famoso: «Ama, y haz lo que quieras». Si el amor mana abundantemente en el corazón; si toda la vida está dominada por el amor a Dios y al prójimo, uno no necesita más ley.

Cristo y el hurto. Cristo perdonó a un ladrón en la cruz. Vemos la gracia del Señor justificando al pecado. Muchas veces tendremos que perdonar deudas, incluso de cruz. Crucificar deudas, no ser conflictivos.

FORMACIÓN
Licenciado en idiomas / Universidad Popular del Cesar- Egresado con tesis de grado y estudiante perteneciente a semillero de investigación Conservación por la vida.

Magíster en Educación en entornos virtuales de aprendizaje/ Universidad Cuauhtémoc, México.

Diplomado en docencia universitaria/ Politécnico de Suramérica.

EXPERIENCIA
11 AÑOS DE EXPERIENCIA DOCENTE

Docente Universidad Popular del Cesar/ 2019
Docente Universidad Udes de Santander/ 2022
Instructor SENA, Servicio Nacional de Aprendizaje/ 2019
Docente – Instructor, Uparsistem/ 2017
Docente capacitador pruebas SABER/ 2011
Docente investigador, publicación en revista académica indexada.
Director Club de Apologistas 2022/ Creador de contenido

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