109 l Proverbios 8:13
- Categories Devocional, Proverbios
- Date 19/04/2023
- La primera mención del temor en la Biblia se relaciona con la desobediencia de Adán.
- Al pecado siguió el conocimiento del desagrado de Dios y del temor a su juicio (Gn. 3:10).
- El temor es en sí mismo parte del castigo del pecado (Lv. 26:17; Dt. 28:25, 66).
- El temor egoísta descalifica para el deber (Jos. 2:11) y afecta rápidamente a otros (Dt. 20:8).
- El hombre que en la parábola recibió un talento fracasó en usarlo porque tenía temor (Mt. 25:25).
- Los temerosos («cobardes» en la RV60) se encuentran entre los que serán excluidos del cielo (Ap. 21:8).
- La necesidad de valor en el servicio del Señor se enfatiza repetidamente (Jos. 1:7, 9; Jer. 1:8; Ez. 2:6).
- El temor es conquistado por la fe (Sal. 46:2; 112:7). Por otra parte, el uso más característico del término temor, cuando se asocia con Dios, es para indicar un temor solemne y reverencial.
- El «temor de Dios» es, en efecto, una definición de la verdadera religión en el AT.
- Es el principio de la sabiduría (Sal. 111:10), el secreto de la justicia (Pr. 8:13), posibilita el guardar los mandamientos de Dios (Ec. 12:13) y distingue a las personas de las que Dios se agrada (Sal. 147:11).
- Es un don otorgado por el Espíritu que reposa sobre la vara del tronco de Isaí (Is. 11:2, 3).
- Aunque en el NT se hace un contraste entre el espíritu de esclavitud y el de adopción (Ro. 8:15; Ef. 3:12), este temor no está ausente. Controla el andar del cristiano, consciente del consuelo del Espíritu Santo (Hch. 9:21); estimula al servicio honesto (Col. 3:2) y anima a seguir la santidad (2 Co. 7:1).
- Ni el temor reverencial y la adoración que surgen de la comprensión de Dios como de su amor santo, excluyen el temor que es la reacción lógica ante la conciencia de su desagrado.
- Jesús aconsejó a sus discípulos que tuvieran temor a aquel que tiene el poder de imponerles el castigo final por el pecado (Lc. 12:4, 5).
- Pablo también los exhorta a ocuparse de su salvación de manera que se preocupen de evitar el mal y a ser aceptados por Dios (Fil. 2:12; Ef. 6:5, 6).
- Isaías 11:2–3 Y reposará sobre Él el Espíritu del SEÑOR, espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor del SEÑOR. Se deleitará en el temor del SEÑOR, y no juzgará por lo que vean sus ojos, ni sentenciará por lo que oigan sus oídos.
- 2 Cor 7:1 Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.
- Orgullo: Un hombre orgulloso siempre desprecia todo lo que considera por debajo de él, y, naturalmente, mientras se desprecia lo que se considera por debajo de uno, no es posible apreciar lo que está por encima. C.S. Lewis.
- ¿Cómo es posible que personas que evidentemente están devoradas por el orgullo puedan decir que creen en Dios y aparecer ante sí mismas como muy religiosas? Me temo que significa que están venerando a un Dios imaginario.
- En teoría admiten no ser nada en presencia de ese fantasma que es Dios, pero en realidad están imaginando en todo momento que Él los aprueba y los considera mucho mejores que el resto de la gente corriente; es decir, pagan un insignificante tributo de imaginaria humildad a Dios y sacan de ello una ingente cantidad de orgullo con respecto a sus congéneres.
- Es terrible que el peor de todos los vicios pueda infiltrarse en el centro mismo de nuestra vida religiosa. Pero podemos comprender por qué. Los otros, y menos malos, vicios, vienen de que el demonio actúa en nosotros a través de nuestra naturaleza animal. Pero éste no viene a través de nuestra naturaleza animal en absoluto. Este viene directamente del infierno. Es puramente espiritual, y en consecuencia, es mucho más mortífero y sutil.
- El placer ante el elogio no es orgullo. El niño al que se felicita por haberse aprendido bien su lección, la mujer cuya belleza es alabada por su amante, el alma redimida a la que Cristo dice «Bien hecho», se sienten complacidos, y así debería ser. Porque aquí el placer reside no en lo que somos, sino en el hecho de que hemos complacido a alguien a quien queríamos (y con razón) complacer. El problema empieza cuando se pasa de pensar «Le he complacido: todo está bien», a pensar: «Qué estupenda persona debo ser para haberlo hecho.» Cuanto más nos deleitamos en nosotros mismos y menos en el elogio, peores nos hacemos. Cuando nos deleitamos enteramente en nosotros mismos y el elogio no nos importa nada, hemos tocado fondo. Por eso la vanidad, aunque es la clase de orgullo que más se muestra en la superficie, es realmente la menos mala y la más digna de perdón. La persona vanidosa quiere halagos, aplauso, admiración en demasía, y siempre los está pidiendo. Es un defecto, pero un defecto infantil e incluso (de un modo extraño) un defecto humilde. Demuestra que no estás del todo satisfecho con tu propia admiración. Das a los demás el valor suficiente como para querer que te miren. Sigues, de hecho, siendo humano. El orgullo auténticamente negro y diabólico viene cuando desprecias tanto a los demás que no te importa lo que piensen de ti.
Tag:Biblia, corazón, Devocional, Oración, Proverbios, Temor
FORMACIÓN
Licenciado en idiomas / Universidad Popular del Cesar- Egresado con tesis de grado y estudiante perteneciente a semillero de investigación Conservación por la vida.
Magíster en Educación en entornos virtuales de aprendizaje/ Universidad Cuauhtémoc, México.
Diplomado en docencia universitaria/ Politécnico de Suramérica.
EXPERIENCIA
11 AÑOS DE EXPERIENCIA DOCENTE
Docente Universidad Popular del Cesar/ 2019
Docente Universidad Udes de Santander/ 2022
Instructor SENA, Servicio Nacional de Aprendizaje/ 2019
Docente – Instructor, Uparsistem/ 2017
Docente capacitador pruebas SABER/ 2011
Docente investigador, publicación en revista académica indexada.
Director Club de Apologistas 2022/ Creador de contenido